Eduardo Jimeno Correa
Historia,  Zaragoza

Zaragoza y los orígenes del cine español

Cerca del mediodía del once de octubre de 1897, un hombre planta una escalera de doble hoja frente a la puerta de la Basílica del Pilar de Zaragoza. Espera a que el reloj marque las doce y, con ayuda de una cámara que trae con él y encaramado sobre varios peldaños de altura, filma al gentío que abandona el templo tras asistir al oficio religioso. Este hombre se llama Eduardo Jimeno Correa y en este preciso instante está construyendo una pieza fundamental para la historia del cine español.

Eduardo Jimeno foto
Eduardo Jimeno en una imagen de archivo

Un año antes, este mismo hombre había arrendado un local en el número veintisiete del paseo de la Independencia para abrir en él la primera sala de cine de la ciudad, que estrenó su actividad pública el catorce de septiembre de 1986. Por aquel entonces, una sesión duraba cerca de media hora y tenía un coste de entre cincuenta céntimos y una peseta.

Es muy posible que a Eduardo Jimeno le viniese de familia el gusto por el cine. Su padre, con el que compartía nombre, había viajado hasta Lyon para adquirir un equipo cinematográfico de la casa Lumière, además de varias películas. Fue precisamente con este equipo con el que Eduardo Jimeno, el hijo, hizo sus primeros pinitos en el cine, aunque estos, según dicen, no llegaron nunca a ser del gusto del director debido a algunos problemas de iluminación. Parece ser que mediante este bautismo fallido se había tratado de inmortalizar unas maniobras militares a orillas del Ebro.

A la salida de misa de doce

La siguiente grabación de Jimeno sí que tuvo éxito y llevó por nombre Salida de misa de doce de la iglesia del Pilar de Zaragoza. Se trata de una pieza breve, de menos de un minuto de duración y que en el momento de su estreno suscitó un fuerte asombro entre todos aquellos que pudieron verla.

Cámara Lumière
Modelo de cámara Lumière similar al utilizado por Jimeno

En una entrevista realizada en 1945, el propio autor relataba la experiencia de esta manera: “Una mañana me eché al hombro la máquina tomavistas, situándome a la puerta del templo del Pilar. Excuso decir a usted la curiosidad de la gente, que jamás había concebido cosa igual. Pero aún fue mayor su sorpresa cuando, a los pocos días, después de revelar el celuloide en barreños, anunciábamos con grandes letras el acontecimiento: ‘Hoy, catorce películas extranjeras y una nacional. Todo el que estuvo en misa en el Pilar podrá verse en la pantalla.’ El éxito fue asombroso”.

Una semana después, el cineasta regresó a la plaza del Pilar a realizar una segunda toma de su obra. En esta ocasión, los asistentes a misa saludaron a la cámara con sus sombreros, hecho que provocó que esta filmación fuese bautizada como Saludos cuando fue restaurada por la Filmoteca de Zaragoza durante la década de los noventa del siglo XX. 

El legado de Jimeno

En 2004, el equipo de grabación de la película fue subastado en Londres como parte de un lote por el que se pagaron cerca de 129 000 euros. El comprador fue una persona cercana al entorno de los Lumière que, mediante esta adquisición, se adjudicó dos cámaras, un trípode, varias películas y unas cajas de madera de pino. 

La figura de Eduardo Jimeno Correas ha quedado inmortalizada en las calles de Zaragoza mediante una escultura que le representa de pie junto a su equipo de grabación. Esta se encuentra ubicada en la plaza Ariño, fue realizada en bronce por Manuel Arcón y su inauguración tuvo lugar  el once de octubre de 1996. Además, el barrio del Actur cuenta con una calle que lleva su nombre.

Eduardo Jimeno escultura
Escultura a Eduardo Jimeno en la plaza Ariño de Zaragoza

Para muchos, Salida de misa de doce de la iglesia del Pilar de Zaragoza es la primera película filmada por un español en España. El debate, sin embargo, está servido debido a la existencia de una corriente contraria que considera que Riña en un café, rodada por Fructuoso Gelabert en 1897, es una obra anterior. Sea como sea, lo cierto es que los nombres de Zaragoza y de Eduardo Jimeno Correas estarán vinculados para siempre a la historia fundacional del cine en España.