
Cuando nieva en Zaragoza
En Zaragoza no nieva. O al menos no lo hace con la periodicidad que cabría esperar en una ciudad que se encuentra rodeada de varios lugares donde los inviernos son tradicionalmente blancos. La realidad es que aquí la nieve suele caer una vez al año, pero suele venir bajo una consistencia más bien liviana que, por razones meteorológicas, no es habitual que cuaje al posarse sobre las calles. Por eso, cuando lo hace, la ocasión se vuelve tan especial como lo ha sido durante estos primeros días de 2021.
El parque del Agua nevado (Jaime Oliván)
La escasez de nieve en Zaragoza es debida a una combinación de factores tales como la sequedad de los inviernos en esta zona del valle del Ebro, la altura a la que se encuentra la ciudad y el cierzo, ese viento tan del lugar, capaz por sí mismo de alejar cualquier condicionante necesario para que aparezcan precipitaciones nivales.
En Zaragoza sí que nieva
Pero este año la borrasca Filomenta se ha dejado notar con una densa capa de nieve que ha superado los veinte centímetros de espesor. La nieve en Zaragoza se ha convertido una vez más en noticia y muchos han recordado aquella última gran nevada que en 2005 tiñó la ciudad de un tono blanco similar al que ha podido verse durante estos días. En 2018 la nieve también se dejó notar por estas calles, pero de manera más discreta; en parte porque apareció de noche y casi sin avisar, pero especialmente porque los diez centímetros que cubrieron el área metropolitana no tardaron en desaparecer.
Alrededores de las murallas romanas (Raquel Sampériz)
La nieve en la memoria de la ciudad
Así que en Zaragoza sí que nieva. No mucho, pero cuando lo hace suele ser para quedar en el recuerdo. Como sucedió en aquella otra gran ocasión que tuvo lugar en 1932 y dejó treinta centímetros de nieve, un récord local que los muy dignos veinticinco centímetros de 1950 no fueron capaces de superar. Durante el siglo XX, Zaragoza registró varias nevadas más o menos discretas que no tardaron en desaparecer, generalmente bajo la lluvia. Sin embargo, la nieve que cayó en 1944 permaneció durante seis días en la ciudad.
Una calle del barrio del Actur (Jaime Oliván)
Otra fecha digna de mención fue el 21 de diciembre de 1978. La nevada de ese año apenas duró seis horas, pero coincidió con el inicio de la temporada navideña y la ciudad se tiñó de conmovedoras estampas propias de estas fechas. Como dato curioso, el Ayuntamiento de Zaragoza emitió un comunicado mediante el que delegaba en los vecinos, porteros de fincas y dueños de comercios la tarea de recoger la nieve, amontonarla en el borde de las aceras y eliminar el hielo de las calles.
El Pilar nevado desde el puente de Piedra (Lilia Pobes)
Algunos también guardarán en su memoria la nevada de 1985, pero tal vez por razones opuestas a la de 1978. Los niveles de nieve que se registraron en la ciudad alcanzaron unos discretos cinco centímetros de espesor, un dato que pasó desapercibido frente a unas temperaturas de quince grados bajo cero y unos vientos de hasta ochenta y cinco kilómetros por hora. La nieve fue lo de menos en 1985.
La relación de Zaragoza con la nieve es discreta y periódica, pero estable. Durante los últimos cien años, esta ha visitado la ciudad en numerosas ocasiones y con diferentes resultados; algunas veces lo ha hecho con sutileza, sin hacerse notar demasiado, y otras nos ha regalado imágenes como las que ilustran este artículo, tomadas entre los días 9 y 10 de enero de 2021.
Imagen principal: Raquel Sampériz.

